Sidney L., de 15 años, iba en un coche conducido por el padre de su amigo cuando éste tuvo un ataque y perdió el control. Sidney resultó gravemente herido cuando el coche volcó y chocó contra un poste. Le operaron de una fractura de espalda y tobillo, le trataron un hombro dislocado y estuvo en silla de ruedas durante meses tras el accidente. La compañía de seguros de automóviles ofreció a Sidney todo el dinero disponible en la póliza, pero sus facturas médicas superaban con creces el dinero disponible del seguro. Además, en virtud de una práctica llamada subrogación, la compañía de seguros médicos que pagó las facturas médicas de Sidney pidió todo el dinero del acuerdo de Sidney para poder recuperar lo que había gastado en su tratamiento. Dianne Sawaya sabía que eso no estaba bien. Gracias a su experiencia con la compleja legislación, consiguió que la compañía de seguros médicos aceptara no quedarse con nada del dinero de Sidney, e incluso que pagara el tratamiento médico que necesitará durante años.