El juez Bailey se quejó a su médico, que empezó a sospechar y ordenó un TAC. Por supuesto, vieron la esponja. Es difícil perderse algo tan grande. Le operaron en la Clínica Cleveland de Weston, Florida. Los médicos también tuvieron que extirpar parte del intestino de la juez Bailey, gravemente dañado por la esponja supurante.
Para colmo de males, tras la operación la farmacia del hospital le dio al juez la medicación equivocada y casi le provocó un infarto.
Tras su recuperación, el juez demandó al Buen Samaritano, propiedad de Tenet Healthcare System, una de las mayores corporaciones hospitalarias con ánimo de lucro del país. El juez Bailey planea ahora demandar a dos radiólogos y a un cirujano que intervinieron en su operación.
La juez Bailey descubrió en la Clínica Cleveland que existe un dispositivo similar a una varita que puede agitarse sobre los pacientes para detectar esponjas y dispositivos médicos especialmente etiquetados que podrían estar acechando en el interior de los pacientes. Dijo que le gustaría que todos los hospitales tuvieran equipos como éste.
El juez también ha cambiado de opinión sobre los topes de negligencia médica que limitan las indemnizaciones por daños y perjuicios en los pleitos por negligencia médica. Dijo al Palm Beach Post que “cuando hay mala praxis per se, algo tan atroz, la indemnización por daños y perjuicios debe quedar entre las partes, un juez y un jurado, sin que la legislatura estatal dicte los límites”.
Yo no podría haberlo dicho mejor.
Negligencia médica