Cuando te subes a un coche, lo primero que se te pasa por la cabeza es probablemente algo como “¡tengo que estar allí en 10 minutos!” o “¿dónde voy a comer esta noche?” o quizá incluso “vaya… nunca seré tan buen pintor como Bob Ross”.
Sea lo que sea lo que pienses al subir al coche, debes estar seguro de que no te distraerá mientras conduces. Cualquier estrés, preocupación o excitación puede distraerte de la conducción, y esta distracción te convierte en un peligro en la carretera.
Aunque no estés pensando activamente en otra cosa -quizá estés comiendo sin pensar, o charlando con un pasajero, o echando un vistazo para leer ese mensaje de texto que acaba de llegar-, tu mente está preocupada y no puede concentrarse en conducir. Aunque te convenzas de que una conversación o una respuesta rápida no te pondrán en peligro, la multitarea en cualquiera de sus formas mientras conduces es un riesgo. Físicamente, nuestro cerebro no puede prestar toda su atención a varias cosas a la vez, por lo que cambia rápidamente de una tarea a otra para intentar completarlas simultáneamente.
Por mucho que parezca que te centras en las dos cosas a la vez, no es así. Para demostrarlo, intenta escuchar dos canciones distintas a la vez. Ponte un auricular reproduciendo una canción y otro auricular reproduciendo una canción diferente (ambos al mismo volumen). Tu cerebro se centrará automáticamente en una canción e ignorará la otra, y cuando intentes escuchar las dos tu cerebro elegirá una por ti. La mente es incapaz de comprender información de distintas fuentes simultáneamente, y esto ejemplifica por qué la conducción distraída es un problema tan grave.
Estar detrás de una máquina de 2 toneladas es peligroso de por sí, y se vuelve mortal cuando añades cosas que requieren tu atención. Al comprender los riesgos de la multitarea o de distraerse al volante, uno debe comprometerse siempre a concentrarse en la conducción, para mantenerse a salvo a sí mismo y a los demás.